Carlos tiene un balón
y en su balón un mundo pequeño
que le pide a gritos libertad.
Carlos tiene las venas secas
y los ojos negros,
tiene en su cabeza un desierto
que hace más pesado el camino al medio día,
la mamá de Carlos también llora,
igual que él cuando
pequeños dinosaurios muerden sus brazos
y dejan ahí un millón de puntos a unir,
Carlos quisiera que ese mundo del balón
lo atrapara y lo llevara con ellos
y entonces no tener miedo,
ni dolor,
no tener madre o
cabello
o soledad...
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