Soliamos despertar para ver si ya no era lunes.

martes, 1 de junio de 2010

EL POEMA CORTO

(Talvez tú lo sepas,
pero la memoria que se tatuó
entre mis piernas
necesita volver a gritar que te ama)

A Rodríguez.



Mañana talvez no despertaras para saludar a mi alma,
pero mis manos viajaran entre las sabanas
para tocar tu espalda, mientras los pájaros
están arreglando el aire que estás apunto de inhalar.


-éste poema tendrá muchos inicios-


Cuando tus manos sabían lo que mi cuerpo quería,
y sólo dormía a tu lado para poder soñar,
cuando tu nombre estaba tatuado en
cada parte de mi espalda,
en mi sexo,
en mi manual de vida,
me di cuenta que te amaba.

Que la vida giraba en torno a esa espalda,
a tus labios con olor a menta,
al cabello rebelde,
a las manos sucias, a tus ojos pequeños y profundos.


Para el día de tu cumpleaños planeo decirte lo mucho que te amo.
Talvez me dejaras parada en una esquina,
pero me gustaría beber de tu sexo,
embriagarme de besos,
me gustaría poder escribirte un buen poema.


Que no tenga ideas tontas,
que te impresione,
caminar contigo, tomados de la mano,
mientras sueltas mis manos para abrazar mis hombros,
mientras dejas que tus labios me digan
algún secreto, un secreto que sea húmedo

(¿Mencione que tendría muchos inicios?)

La humedad de la pecera quebró mis rodillas,
tu ausencia se cayó al piso lodoso
y mis gritos rompieron las ventanas de tu cuarto,
nuestros vecinos me odian,
no he dejado de llorar,

¿Cuándo es que volverás, cuándo es que
seremos en realidad?

¿Escuchas? Son los fantasmas,
los hilos del ruido que quieren confundirnos,
no les pongas atención, ahora
sólo bésame,

déjame contarte una historia,
en la que un extraño se enamoraba
de la soledad,
Son la una y veinticinco,
cuatro estrellas están iluminando mi patio
un perro aguarda en la calle
pero mi casa sigue vacía.

Luego los intelectuales tocan la puerta
dicen que me ofrecen trabajo y una vida,
tienen otros intelectuales que se casan contigo,
tienes hijos iguales y eres feliz,

No gracias, ya estoy comprometida - les dije mientras me explicaban los beneficios de vivir en la ciudad de los escritores.
Pero no tienes anillo, además vives sola – dijo el intelectual mayor.
Ya hicimos el amor – les dije cuando daba la espalda, no volvieron a tocar.


(Hoy era tu cumpleaños y teníamos que darnos un beso,
yo te diría al oído: te amo)



Yo omitiré la parte en que me olvidaste,
tú omite la parte en que te grite,
volvamos a escribir la historia,
encerremos a nuestros cuerpos
en un cuarto,

déjame llevar tu alma al paraíso.



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