Me mudaré al terreno de los hombres secos y faltos de amor,
a la plazuela de los besos baratos,
del sexo inseguro,
al país de las enfermedades virales,
me mudaré al sueño en que no estás
y mis manos saben a pan.
Donde mis rodillas se pierden entre los charcos de lodo,
y los libros existan para limpiarse el culo,
donde la poesía
sea un mito,
la creación de una religión,
donde la señal teléfonica
sea una invensión del pecado y la perdición.
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